Enfermedad de Fabry: de la odisea diagnóstica a un nuevo estudio prometedor para tratar esta afección que causa daño renal, cerebral y cardiológico

Se trata de un trastorno genético originado por la carencia o ausencia de una enzima, cuya función es descomponer un lípido y evitar su acumulación en una parte de las células. Si esto no sucede se produce una alteración que daña órganos vitales. Por eso, la detección temprana es clave para evitar complicaciones graves. En Argentina, el laboratorio Biosidus desarrolló el primer biosimilar para tratar esta enfermedad poco frecuente. El estudio que se encuentra en fase 3 arrojó resultados alentadores.

LA DETECCIÓN TEMPRANA EN LA INFANCIA ES CLAVE PARA MITIGAR LOS EFECTOS A LARGO PLAZO DE LA ENFERMEDAD DE FABRY.

Dolor crónico en las palmas de las manos y pies, aparición de manchitas en la piel de color rojo oscuro (angioqueratomas); disminución o falta de sudoración y trastornos digestivos con dolor abdominal y diarreas recurrentes. Estos son los síntomas más comunes de la enfermedad de Fabry en su forma clásica que aparece en la niñez. En cambio, es su forma más tardía, esta patología suele manifestarse a partir de los 30 o 40 años y su diagnóstico se presenta cuando la enfermedad avanzó y dañó diferentes órganos vitales.

La enfermedad de Fabry es una afección genética causada por la deficiencia (total o parcial) de una enzima llamada alfa-galactosidasa A (α-Gal A) cuya función es degradar un lípido (globotriaosilceramida, Gb3 o GL3). Esto provoca la acumulación de estos lípidos en una parte de la célula (lisosomas), alterando el funcionamiento y relación entre las mismas; y generando daño especialmente en el cerebro, el corazón y el riñón.

“Son pacientes que pueden tener un accidente cerebrovascular (ACV) a edad temprana, miocardiopatía hipertrófica (corazón grande), insuficiencia renal y necesitar diálisis aproximadamente a los cuarenta años”, explicó Fernando Perretta (MN 102.695) médico nefrólogo, clínico e intensivista.

“En un estudio local determinamos que el 50 por ciento de los pacientes son diagnosticados por médicos nefrólogos. Tenemos una población que vemos tres veces por semana al hacer diálisis, por lo que es más sencillo para nuestra especialidad que para el cardiólogo o el neurólogo”, sostuvo el Dr. Perretta, Director médico NEFRA Medical Care Escobar; médico Coordinador del Servicio de Terapia Intensiva y Nefrología del Hospital “Dr. Erill de Escobar”. Y miembro del Grupo de Enfermedades Renales Raras y Hereditarias de la Sociedad Argentina de Nefrología.

La enfermedad cardíaca es otra de las complicaciones graves de la enfermedad de Fabry. “Si bien, puede confundirse con otras afecciones, hay banderas rojas que nos permiten identificarla. Hubo mucha divulgación científica en nuestro ámbito y estrategias que se llevaron adelante como la pesquisa en pacientes con miocardiopatía hipertrófica o hipertrofia ventricular izquierda de causa desconocida, dado que el 1% de estos pacientes suele ser Fabry”, detalló Gustavo Cabrera (MP 57.362) médico cardiólogo, responsable del Departamento de Enfermedades Lisosomales del Centro Médico Santa María de la Salud de San Isidro.

Historia y avances en el diagnóstico y tratamiento

“Si bien la enfermedad fue descripta a finales del siglo XIX, había muy poca información sobre ella en los libros de clínica médica. Con la aparición de un tratamiento específico, aumentó la investigación y la información disponible sobre esta enfermedad poco frecuente”, señaló el Dr. Gustavo Cabrera.

La enfermedad de Fabry es una de las consideradas enfermedades poco frecuentes (EPOF), definidas como aquellas patologías cuya prevalencia en la población es igual o inferior a 1 persona cada 2000 nacidos. Algunas estimaciones afirman que la enfermedad de Fabry alcanza en el país a los 1.200-1.500 pacientes.

“No se diagnostica lo que no se conoce o aquello en lo que no se piensa. Al ser una enfermedad poco frecuente y sus síntomas inespecíficos, muchas veces no se piensa para el diagnóstico. Así, la odisea diagnóstica puede alcanzar las dos décadas”, afirmó el especialista y destacó el avance en las pruebas genéticas y los métodos de detección precoz que permitieron una mayor identificación de casos.

“El diagnóstico puede realizarse buscando la enzima faltante o deficiente en sangre con un análisis muy sencillo. También puede recurrirse, especialmente en las mujeres por ser una enfermedad ligada al cromosoma X, a un estudio molecular investigando el gen que codifica esta enzima. Hoy sabemos que hay más de 1.200 variantes genéticas causantes de la enfermedad y pueden comportarse de forma diferente”, explicó Perretta.

La enfermedad se transmite a través de uno de los padres a sus hijos. En las mujeres el doble cromosoma X permite que puedan ser pacientes sintomáticas o asintomáticas. En el caso de los hombres que heredan ese cromosoma X mutado, son siempre sintomáticos. Al ser una enfermedad hereditaria, una vez realizado el diagnóstico de un paciente o “caso índice” resulta fundamental la búsqueda de otros casos dentro del árbol genealógico familiar.

En tal sentido, el Dr. Cabrera sumó que “el proyecto de árboles genealógicos permitió identificar un mayor número de casos, sextuplicando la cantidad de pacientes identificados luego de un año de trabajo. Resultando en una forma muy eficaz para diagnosticar pacientes entre los miembros de la familia, que de otra forma podrían pasar años buscando un diagnóstico”. 

Los especialistas señalan que la existencia de un tratamiento para esta enfermedad es relativamente nueva y se remonta a la década de 2000, con la aprobación de las terapias de reemplazo enzimático (TRE).

“En nuestro país tenemos dos tipos de tratamientos, el endovenoso, que consiste en darle la enzima faltante cada dos semanas y la terapia oral, en días alternos, únicamente para determinados pacientes con funcionalidad deficiente de la enzima (menos del cuarenta por ciento de los diagnosticados)”, amplió Perretta.

En Argentina se ha desarrollado el primer biosimilar de una de las terapias de reemplazo enzimático: la agalsidasa beta del Laboratorio Biosidus. Este producto será el primer biosimilar de Argentina y Latinoamérica. El Estudio de Fase III SMILE destinado a demostrar la biosimilaridad de la agalsidasa beta de Biosidus, se realizó íntegramente en el país, con pacientes argentinos, en centros de investigación de las provincias de Buenos Aires, Córdoba y La Rioja. Los doctores Perretta y Cabrera fueron parte de este estudio.

“it-consult"
Framintrol

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