En diálogo con Noticias de Salud Radio, la Dra. Majo Fattore, pediatra y especialista en Desarrollo Infantil, explicó cuándo podría sospecharse que un niño tendría esta condición. “Debemos ser prudentes a la hora de diagnosticar. Es clave elaborar una historia clínica basada en el desarrollo de cada niño en particular, su contexto y su familia”. Y afirmó: “En muchos casos detrás de un niño con un desarrollo lento de la comunicación podría tratarse de una hipoacusia no detectada o un niño replegado por una situación de violencia familiar”.
Por Á. Emilia Suárez
El Trastorno del Espectro Autista (TEA) en la infancia es una condición que puede compartir ciertas características como dificultades en la sociabilización o la comunicación. “Sin embargo, ningún niño es igual a otro. Por eso, no podemos establecer una definición: el autismo es como un gran paraguas”, señaló la Dra. Majo Fattore, pediatra, neonatóloga y especialista en Desarrollo Infantil (MP 446.641).
Entre los motivos de consulta más frecuentes –amplió la médica– mencionó el retraso en el lenguaje, estar alejado de sus pares a la hora de jugar en el jardín de infantes, y dificultades para sostener la mirada.
“No siempre estas características indican un diagnóstico de autismo. Por eso, es clave ser prudentes y elaborar una historia clínica basada en el desarrollo de cada niño en particular, su contexto y su familia. Recién a los seis años podemos hablar de un diagnóstico en primera infancia más categórico”, sostuvo la Dra. Fattore.
Y remarcó: “Quizás detrás de un niño con un desarrollo lento de la comunicación no sea autismo y sea una hipoacusia no detectada o un niño abusado sexualmente que se replegó por una situación de violencia familiar”.
En tal sentido, la especialista en Desarrollo Infantil alertó sobre los peligros del sobrediagnóstico y la sobreinformación. “Esta situación en muchos casos es consecuencia del acceso irresponsable a la información en redes. Cualquier aplicación te autodiagnóstica y cualquiera diagnostica a los hijos porque parece raro”.
En cuanto a la capacidad de los colegios para acompañar a un niño con autismo, la Dra. Fattore, opinó: “Creo que hay poca inclusión para cualquier niño que tenga cualquier condición que lleve a la discapacidad. Por eso, lo más importante es el trabajo interinstitucional e interdisciplinario; ya que el niño se comporta de una manera en la casa, de otra en el consultorio con su terapeuta y de forma diferente en el colegio”.

Con respecto a la exposición temprana a las pantallas, la pediatra enfatizó: “Genera adicción, tanta o más que la cocaína o LCD. Esto está demostrado con estudios neurocientíficos”.
Sobre el impacto en el cerebro –amplió– se descubrió que ocurre una disminución en el tamaño del cerebro, tal como un cerebro de una persona adulta con Alzheimer, enfermedad neurológica en la cual sucede algo similar.
Otras de las problemáticas que desprenden del uso excesivo a las pantallas, la Dra. Fattore indicó que también se observó una menor cantidad de redes neuronales que afectan la adquisición del lenguaje, la falta de concentración, la lectoescritura y dificultades motrices.
“Cuando los chicos están mucho tiempo sentados juegan menos con su descarga motora, entonces son niños más sedentarios, algo que los predispone a desarrollar sobrepeso, colesterol alto, glucemia y presión alta, es decir, enfermedades de adultos mayores en niños de 3 o 4 años”, afirmó la médica.
Y aclaró: “No se trata de demonizar a las pantallas, porque la tecnología llegó para quedarse; pero son los adultos los responsables del control de qué contenido miran los niños ; ya que son los padres quienes pueden dar respuesta ante las angustias, miedos, problemas de sueño, pesadillas, y ciertos comportamientos de sus hijos”.
Para la Dra. Fattore vivimos una época del “adultocentrismo”, en la cual, todo pasa por la vida del adulto y se pretende que un niño de 3 años tenga una jornada laboral.
“Empecemos a implementar una dieta de pantallas para los más chicos”, aconsejó la médica.
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