Así lo reflejó una encuesta de la Asociación Civil para el Enfermo de Psoriasis (AEPSO), en la cual, en el 71% de los casos la aprobación supera los 30 días o se rechaza. “Esto se traduce en inicios tardíos o dosis que se saltean impactando en la calidad de vida de los pacientes”, explicaron.

Acceder a un tratamiento oportuno es clave para garantizar un mejor manejo y control dermatitis atópica (DA), una enfermedad crónica y multifactorial de la piel, cuyo principal síntoma es la picazón permanente, con lesiones que pueden ubicarse en la cara, el cuero cabelludo, las orejas, el dorso de las manos y las zonas de las extremidades.
La Asociación Civil para el Enfermo de Psoriasis (AEPSO) realizó una encuesta a nivel nacional que evidenció los principales obstáculos en el acceso a los tratamientos y cómo eso impacta en la calidad de vida de los pacientes. Los encuestados fueron 150 profesionales especializados de todo el país —dermatólogos/as, alergólogos/as y reumatólogos/as—, con experiencia en el manejo de dermatitis atópica y otras enfermedades inmunomediadas de la piel como psoriasis, hidradenitis supurativa, vitiligo, urticaria crónica y alopecia areata.
En tal sentido, uno de los principales hallazgos tiene que ver con la demora en la autorización de la medicación: en el 71% de los casos la aprobación supera los 30 días o directamente se rechaza. Sin ella, el tratamiento no puede iniciarse. La demora en la entrega es otra de las principales trabas que se identificaron en el relevamiento: el 22% espera más de 30 días o no recibe la medicación.
“Esto se traduce en inicios tardíos o dosis que se saltean. La encuesta evidenció además que no siempre se respeta la indicación médica: en el 48% de los casos se cambian drogas o esquemas por motivos no clínicos (como precios o convenios) y esto puede afectar la adherencia y los resultados”, señaló Silvia Fernández Barrio, presidenta de AEPSO.
Por su parte, la Dra. Paula Luna (MN 110953) presidenta de la Sociedad de Dermatología Pediátrica para Latinoamérica (SDPL), describió: “Se presenta en forma de brotes y remisiones. No podemos curarla, pero tenemos la posibilidad de mejorarla y hacer muchas cosas para tenerla bajo control y que moleste lo menos posible”.
En esta patología intervienen factores genéticos, ambientales, alteraciones inmunológicas y problemas en la función de barrera de la piel. Además, existen otras enfermedades desencadenadas por el mismo proceso inflamatorio.
“Es muy frecuente que la dermatitis coexista con diferentes afecciones alérgicas como la rinitis, el asma o manifestaciones alérgicas alimentarias”, indicó la Dra. Anahí Yáñez (MN 81656), médica especialista en alergia e inmunología, investigadora principal en enfermedades alérgicas y respiratorias y miembro de la Asociación Argentina de Alergia e Inmunología Clínica (AAAeIC).
Y sumó: “En estos casos es importante un abordaje multidisciplinario en donde el dermatólogo y el alergólogo trabajen de manera interdisciplinaria beneficiando al paciente en el cuidado simultáneo de su piel y su alergia”.
Las expertas sostienen que la dermatitis atópica impacta en los ámbitos laboral, escolar, social, vincular y económico. La picazón, su principal síntoma, no es un aspecto menor, las personas a las que la piel les pica en forma crónica e intensa (que sucede en contextos o situaciones imposibles de controlar como la escuela, el trabajo, en el transporte público, en un evento social o al intentar dormir) tienen el triple de posibilidades de desarrollar depresión y el doble de experimentar ansiedad.
En tal sentido, Fernández Barrio, señaló: “Esta es una enfermedad que tiene un alto impacto en la calidad de vida. Muchas de las personas con esta enfermedad manifiestan aumento en el nivel de estrés, ansiedad, depresión y problemas para conciliar el sueño”.
“El diagnóstico a tiempo es el primer paso para poder cambiar el rumbo de la dermatitis. Por eso, es clave consultar ante los primeros síntomas”, resaltaron las especialistas; ya que “dependiendo del perfil del paciente, es una enfermedad que durante la primera infancia puede lograr la remisión en un número significativo; en otros casos, puede requerir de un tratamiento crónico y controlado por profesionales especializados”.
En el último tiempo, los especialistas comenzaron a utilizar el concepto de MDA (Manejo Dermatológico Adecuado), que consiste en trabajar de manera conjunta entre el médico y el paciente para definir los objetivos del tratamiento.
“Esto significa que el control de la enfermedad no depende solo de la medicación, sino también de una comunicación permanente, seguimiento regular y adaptación de las estrategias según la evolución de cada persona. El tratamiento compartido permite que el paciente participe activamente en las decisiones y en el cuidado diario de su piel, logrando así mejores resultados y una mayor calidad de vida”, precisaron las expertas.
En tanto, para los casos con enfermedad moderada o grave se siguen utilizando los tratamientos convencionales, pero en los últimos años, surgieron diversas herramientas terapéuticas que permiten mejorar sustancialmente la calidad de vida, controlando la picazón y las lesiones cutáneas de los pacientes que van desde los medicamentos biológicos (inhibidores de las interleuquinas 4 y 13), hasta los tratamientos orales (inhibidores de JAK).
“Hoy en día disponemos de diversas opciones terapéuticas aprobadas para abordar esta enfermedad, que van desde medicamentos orales hasta terapias biológicas. Estas alternativas tienen como objetivo aliviar los síntomas cutáneos, disminuir la picazón y evitar recaídas. Además, es fundamental complementar el tratamiento con la identificación de factores que puedan desencadenar o empeorar la afección, así como con una correcta educación sobre el cuidado de la piel. Cabe destacar que cada tratamiento debe adaptarse a las necesidades específicas de cada paciente”, puntualizó la Dra. Cecilia Civale (MN 122.479), presidenta de la Asociación Argentina de Dermatología (AAD).
Más información: www.aepso.org