Especialistas explican cómo identificar el dolor crónico y las opciones para tratarlo. Además, enfatizan la importancia de obtener un diagnóstico oportuno en casos de dolor crónico, ya que facilita acceder al tratamiento más adecuado para una recuperación más rápida. Cuáles son los signos de alarma.

El dolor es una de las principales causas de consulta médica en todo el mundo, y en Argentina, se estima que afecta a cerca del 35% de la población. Si bien en muchos casos es un síntoma transitorio y cumple una función fisiológica de protección, en otros puede persistir más allá de lo esperado y evolucionar hacia dolor crónico, definido como aquel que se mantiene por más de tres meses. Musculoesquelético, neuropático, visceral u oncológico, son algunos de los múltiples orígenes.
El Dr. Rodrigo Diez, subespecialista en Medicina del Dolor sostuvo que el dolor crónico es una condición multifactorial, compleja y, en numerosos casos, profundamente incapacitante. “Quienes viven con dolor crónico ven comprometida su capacidad para realizar actividades cotidianas, lo cual repercute en su vida laboral, social y emocional. A menudo, esta situación se asocia a un mayor riesgo de desarrollar alteraciones en el estado de ánimo, ausentismo laboral, e incluso afectaciones severas en la salud mental”, explicó el experto.
Y advirtió sobre una limitación estructural en el abordaje del dolor en el país: la escasa formación específica en Medicina del Dolor entre médicos. Esta carencia dificulta el diagnóstico oportuno y el acceso a tratamiento adecuados por derivación tardía.
“No debemos normalizar el dolor persistente. El primer paso es reconocer que el dolor crónico no es solo un síntoma, sino una enfermedad en sí misma que requiere atención especializada. La intervención temprana es clave para evitar su progresión y minimizar el impacto en la calidad de vida del paciente”, enfatizó el especialista.
Signos de alarma:
1. Pérdida de peso no intencional.
2. Fiebre persistente.
3. Dolor que interrumpe el sueño.
4. Dolor crónico en pacientes con antecedentes oncológicos.
5. Déficit neurológico progresivo, con debilidad, pérdida de sensibilidad, incontinencia o disfunción intestinal/vesical que requieren atención urgente.
6. Inicio de dolor súbito en menores de 20 o mayores de 50 años.
7. Uso prolongado de corticoides o inmunosupresores.
8. Trauma significativo previo, especialmente en personas mayores
9. Dolor no relacionado con el movimiento o que no mejora con el reposo
10. Síntomas constitucionales como fatiga extrema, sudoraciones nocturnas, malestar general.
Una vez identificado el dolor crónico, es esencial buscar atención médica especializada para establecer un diagnóstico preciso y diseñar un plan de tratamiento integral, personalizado y basado en evidencia. “El enfoque actual del manejo del dolor ha evolucionado considerablemente. Hoy contamos con tecnologías avanzadas que ofrecen soluciones eficaces con menor impacto para el paciente y evitan el uso irracional de medicamentos”, explicó el Dr. Diez.
Entre las alternativas terapéuticas mínimamente invasivas destaca las bombas de liberación controlada de fármacos, o la estimulación de la médula espinal que utiliza impulsos eléctricos para modular la percepción del dolor a nivel de este órgano.
Además, existe la estimulación transcraneal y del nervio vago, así como la endoscopia espinal, que trata afecciones de la columna con precisión; la crioanalgesia, que emplea frío extremo para bloquear selectivamente los nervios responsables del dolor; la radiofrecuencia, entre otras terapias, sin dejar de lado el papel clave de la rehabilitación especializada, el abordaje psicológico y otras terapias ambulatorias.
Por su parte, el Dr. Carlos Alberto Ciraolo, neurocirujano especialista en dolor crónico, señaló: “Estas técnicas representan una alternativa eficaz para pacientes que no responden a tratamientos convencionales, ya que reducen la necesidad de medicación oral y mejoran significativamente la calidad de vida. Sin embargo, su uso aún no es ampliamente conocido por la comunidad médica en la región. Es fundamental impulsar una mayor difusión sobre su disponibilidad y beneficios, y asegurar que se apliquen de forma adecuada en casos cuidadosamente seleccionados, siguiendo criterios claros de inclusión y exclusión”.
Los expertos coinciden en que la incorporación de nuevas tecnologías debe ir acompañada de una mayor capacitación de los profesionales de salud. “Necesitamos más especialistas en dolor y un enfoque integral que considere los aspectos físicos, emocionales y sociales de la enfermedad. Solo así podremos garantizar diagnósticos oportunos y tratamientos que realmente devuelvan a los pacientes su funcionalidad y bienestar”, concluyó el Dr. Ciraolo.