En la Argentina se detectan 22 mil nuevos casos por año y un tercio se presenta dentro de este grupo etario. El envejecimiento poblacional y la mayor expectativa de vida son dos de las causas. Las comorbilidades pueden condicionar los tratamientos, por lo que es fundamental el rol del oncogeriatra para definir la mejor estrategia terapéutica.

El cáncer de mama es el tumor más frecuente en la Argentina y en todo el mundo. Los controles ginecológicos y la prevención son herramientas fundamentales para su detección temprana, que brinda la posibilidad de iniciar el tratamiento con altísimas probabilidades de cura. Estos cuidados se deben respetar en todas las etapas de la vida y toman especial relevancia después de los 70 años, cuando se detecta uno de cada tres nuevos casos de esta patología oncológica, cuyo día mundial de concientización se conmemora este domingo 19 de octubre.
“El cáncer de mama en mujeres mayores de 70 años representa más de un tercio de los casos nuevos de cáncer de mama diagnosticados anualmente. Esta tendencia se explica por el envejecimiento poblacional y por el incremento de la expectativa de vida, lo que hace que cada vez más mujeres vivan lo suficiente para desarrollar esta patología”, explicó la mastóloga Azul Perazzolo (MN 157.750) ginecóloga y mastóloga del Centro Mamario del Instituto Alexander Fleming (IAF).
Al profundizar sobre los motivos detrás de este fenómeno, la experta puntualiza en otro efecto de la edad como factor de riesgo. “Las mujeres mayores acumulan una mayor exposición a estrógenos endógenos y exógenos, además de una menor capacidad de reparación del ADN, lo que incrementa la probabilidad de mutaciones oncogénicas y la aparición de varios tipos de cánceres, entre ellos el de mama”, detalló la especialista.
Según los datos publicados por el Ministerio de Salud en asociación con el INC (Instituto Nacional del Cáncer), el cáncer de mama representa en nuestro país el 16,2% de todos los casos nuevos. La mayoría se presentan al diagnóstico en estadíos tempranos; es decir, tumores pequeños sin compromiso de los ganglios axilares. La curva de incidencia muestra un incremento a partir de los 50 años hasta la edad de 70-74 años (292,3 casos cada 100.000 mujeres), y un descenso posterior hasta 85 años, cuando se equipara el riesgo a las mujeres de 45 años.
Los tumores de mama se dividen en luminales (expresan receptores de estrógeno y progesterona); HER2- positivo (expresan la proteína HER-2); y triple negativos (no expresan receptores de estrógeno, progesterona y HER-2). “En las personas mayores de 70 años suelen tener mayor probabilidad de ser luminales, lo que implica que el tratamiento hormonal juega un papel crucial”, explica la oncóloga Laura Lapuchesky (MN 166275) oncóloga clínica del Centro Mamario IAF.
¿Es más peligroso el cáncer de mama después de los 70?
Las cifras de cáncer de mama en la Argentina arrojan un dato positivo. La tasa de mortalidad tuvo un descenso del 1% anual en el periodo 2002-2022. Sin embargo, los números absolutos siguen siendo altos: cada año se registran 5.750 defunciones, con una tasa de mortalidad ajustada de 15,8 cada 100.000 mujeres. El riesgo de morir por cáncer de mama aumenta conforme avanza la edad, alcanzando su valor máximo en mujeres mayores de 80 años.
“En sí el cáncer de mama no es más peligroso después de los 70 años, pero sí es un grupo etario que presenta mayor comorbilidades. En IAF contamos con un oncogeriatra que nos ayuda a detectar la fragilidad oculta en estas pacientes», destacó la Dra. Perazzolo.
Y sumó: «La evaluación gerontológica mide la edad funcional de la paciente que muchas veces no coincide con la edad cronológica. Nos referimos al funcionamiento real del organismo influenciado por el estilo de vida, factores ambientales y genéticos. Es sumamente importante realizar recomendaciones de tratamiento priorizando no empeorar la calidad de vida de las pacientes”.
De la resistencia al tratamiento personalizado
En el Día Mundial del Cáncer de Mama, uno de los objetivos de la comunidad médica es difundir información de calidad que permita derribar los mitos que se generan por la difusión de falsas creencias o por la mala interpretación de datos correctos. En las pacientes mayores de 70 muchas veces se dice que los tumores “caminan más lento”, lo que genera una peligrosa tendencia a subestimar el impacto de la enfermedad en esta etapa de la vida.
“Los subtipos biológicos del cáncer de mama que se diagnostican con mayor frecuencia en pacientes de edad avanzada suelen ser de crecimiento más lento. No obstante, el diagnóstico precoz y el inicio oportuno del tratamiento continúan siendo fundamentales para alcanzar las tasas más altas de curación”, explicó la Dra. Verónica Fabiano (MN 122874), ginecóloga y mastóloga del Instituto Alexander Fleming.
La experta plantea que muchas pacientes mayores presentan comorbilidades y están polimedicadas, lo que puede generar una mayor reticencia frente a la propuesta de tratamientos oncológicos. “En estos casos, resulta esencial una evaluación integral del equipo multidisciplinario, donde el rol del oncogeriatra adquiere especial relevancia”, precisó.
Por su parte, la doctora Fabiano, sumó: “El objetivo es evitar tanto el sobretratamiento —es decir, indicar terapias que podrían no aportar beneficios reales en relación con la expectativa y calidad de vida— como el subtratamiento, que implica omitir opciones terapéuticas útiles basándose únicamente en la edad cronológica. La clave está en ofrecer un abordaje personalizado, ético y equilibrado, que contemple las necesidades clínicas y humanas de cada paciente”.
En tanto, la Dra. Perazzolo coincide en que se trata de una población que “requiere un enfoque individualizado y multidisciplinario. Es esencial equilibrar los beneficios del tratamiento con la calidad de vida, mediante evaluaciones geriátricas integrales y terapias adaptadas a la fragilidad del paciente”.
Los controles a cada edad y cómo son los tratamientos
La prevención y detección temprana del cáncer de mama depende de la edad y el momento de la vida de cada paciente. “En una mujer de 20 años, el cáncer es muy poco frecuente. Lo más importante en esta etapa es la consulta médica inmediata ante cualquier cambio sospechoso: un bulto, una secreción o alteraciones en la piel. Hoy ya no se recomienda el autoexamen mamario como práctica rutinaria, porque no ha demostrado reducir la mortalidad; sí, en cambio, estar atenta y no postergar la consulta”, explicó el Dr. Daniel Mysler (MN 72638), jefe del Departamento de Diagnóstico por Imágenes del IAF.
El riesgo toma una curva ascendente a partir de los 40 años, cuando las principales sociedades médicas aconsejan realizar una mamografía todos los años. “En las mujeres con mamas densas, puede complementarse con una ecografía para mejorar la sensibilidad del estudio. Y en quienes tienen un riesgo alto —como portadoras de mutaciones genéticas o antecedentes familiares relevantes—, puede sumarse la resonancia magnética. En los primeros años después de la menopausia, el control sigue siendo esencial”, agregó el experto.
Un diagnóstico precoz es clave para el potencial éxito del tratamiento que se va a encarar. Las perspectivas de cura en las primeras etapas de desarrollo de los tumores son excelentes, con tasas de supervivencia a 5 años del 100% para el estadio 0; de 99% para el estadio I y 90 a 99% para el estadio II.
“El tratamiento de las pacientes con cáncer de mama está en permanente evolución en todas sus aristas: cirugía, radioterapia, quimioterapia, y terapias dirigidas y específicas a cada subtipo tumoral. En mujeres mayores de 70 años, es muy importante lograr estrategias poco invasivas, que contemplen las comorbilidades, sin dejar de asegurar el mismo resultado oncológico. Por ejemplo, los esquemas de quimioterapia podrán adaptarse para que sean mejor tolerados, o las técnicas quirúrgicas podrán ser más conservadoras, sobre todo en relación a la extirpación de ganglios axilares», sostuvo la Dra. Luciana Sabatini (MN 153025), mastóloga y ginecóloga del IAF.
Y añadió: «El desafío principal consiste en encontrar un adecuado equilibrio entre un buen resultado oncológico y un tratamiento poco invasivo que no interfiera con otras comorbilidades y preserve la calidad de vida de nuestras pacientes”.
En tal sentido, la doctora Lapuchesky, señaló que “aunque no hay una edad límite para el tratamiento oncológico, su indicación en las pacientes añosas disminuye notablemente, posiblemente por la preocupación ante la toxicidad asociada y las comorbilidades».
Y sumó: «Es por eso que la evaluación geriátrica individual y la atención de todas las comorbilidades de estas pacientes tiene un rol esencial. Actualmente se encuentran en validación herramientas sencillas que permiten estimar el riesgo de toxicidad grave por los tratamientos oncológicos en estas pacientes”.
En el contexto de un nuevo Día Mundial del Cáncer de Mama, este 19 de octubre los especialistas del Instituto Alexander Fleming coinciden en el valor fundamental de promover la detección temprana y sostener en el tiempo los controles necesarios para poder detectar cualquier cambio o lesión de interés que permita actuar a tiempo. Y para eso no hay edad: la prevención acompaña a cada mujer a lo largo de toda su vida.
“En la práctica clínica, muchas mujeres añosas quedan fuera de los programas de tamizaje por diversas razones: disminución del acceso a controles de salud, menor expectativa de vida, presencia de comorbilidades o percepción errónea de que ya no tienen riesgo. Esta falta de detección sistemática puede llevar al diagnóstico en estadios más avanzados. Hay que remarcar que el cáncer de mama detectado a tiempo es curable más allá de la edad de la paciente. Es fundamental personalizar las estrategias de tamizaje, considerando la expectativa de vida, el estado funcional y las preferencias de la paciente”, concluyó la doctora Perazzolo.