La SAC, la FAC y el CACI expresaron su preocupación por la disminución de consultas médicas y menor asistencia de pacientes con síntomas de enfermedad cardiovascular a las guardias hospitalarias. Además, advierten sobre una reducción importante en la realización de estudios, tanto diagnósticos como terapéuticos, durante la cuarentena.
La Sociedad Argentina de Cardiología (SAC), la Federación Argentina de Cardiología (FAC) y el Colegio Argentino de Cardioangiólogos Intervencionistas (CACI), expresaron en conjunto su preocupación por una significativa disminución de las consultas médicas, una menor asistencia de pacientes con síntomas de enfermedad cardiovascular a las guardias hospitalarias y una reducción importante en la realización de estudios, tanto diagnósticos como terapéuticos, durante la cuarentena.
Los especialistas están de acuerdo en que con las medidas de aislamiento social obligatorio han resultado efectivas, pero coinciden en que la falta de control de la enfermedad cardiovascular (ECV) a partir de los temores que evidencian los pacientes al momento de tener que realizar la consulta o concurrir a un centro de salud, sin lugar a dudas producirá un aumento en la mortalidad y en las secuelas propias del infarto, del ACV y de la insuficiencia cardíaca, por citar las condiciones más prevalentes.
“La falta de control y de realización de estudios es un hecho grave que no debe ser minimizado: las personas con o sin enfermedad cardiovascular conocida o con factores de riesgo como hipertensión arterial, diabetes, colesterol elevado, obesidad y sedentarismo deben ser responsables y comunicar los síntomas a sus médicos. Del mismo modo, no deben posponer sus estudios e intervenciones ya que esto deriva en aumento de complicaciones y mortalidad”, sostiene el Dr. José Luis Navarro Estrada, presidente de la Sociedad Argentina de Cardiología (SAC).
“La cuarentena y el temor al contagio han hecho que la gente minimice los síntomas cardiovasculares y prefiera no consultar, reduciéndose a la mitad o incluso menos las visitas y la realización de procedimientos”, refiere por su parte el Dr. Alberto Lorenzatti, presidente de la Federación Argentina de Cardiología (FAC).
Para el Dr. Diego Grinfeld, presidente del Colegio Argentino de Cardioangiólogos Intervencionistas (CACI), la disminución en la cantidad de estudios es de por sí elocuente: “una encuesta realizada por nuestra institución sobre 58 centros de hemodinamia arrojó que en la segunda quincena de marzo de este año se realizó prácticamente solo un tercio de los procedimientos por cateterismo (tanto diagnósticos como terapéuticos) de los llevados a cabo en los primeros 15 días (110 vs. 301)”.
Entre el 20 de marzo y el 30 de abril de este año, respecto del mismo período de 2019, se atendió un 28% menos de infartos en los centros hospitalarios, según reportes de 30 centros que realizan angioplastias coronarias las 24 horas los 7 días de la semana, que participan del relevamiento mundial ‘Stent-Save a Life’1, del que forma parte la Argentina. Asimismo, un trabajo de investigadores argentinos, publicado recientemente en la revista Medicina2, mostró, entre otras conclusiones, que, de mantenerse este menor control de los factores de riesgo cardiovascular de abril a octubre de 2020, podrían producirse hasta 10.500 nuevos casos prevenibles de enfermedad cardiovascular. En cuanto a la mortalidad cardiovascular, tomando el escenario de menor control, prevención y manejo, se podría estar enfrentando un escenario del 10 al 15% de incremento en el mismo período, lo que representaría un aumento de entre 6 mil y 9 mil muertes evitables.
Según las últimas cifras disponibles del Ministerio de Salud de la Nación, en 2018 fallecieron 95.676 argentinos por afecciones cardiovasculares, (tabuladas como enfermedades del sistema circulatorio), entre las que se encuentran la enfermedad coronaria, el ACV, la insuficiencia cardíaca y la enfermedad circulatoria de los miembros inferiores. Este valor representa en promedio más de 260 muertes por día en nuestro país atribuibles a este grupo de enfermedades cardiovasculares.
Con respecto a la resistencia de concurrir a un hospital por miedo al contagio, el Dr. Lorenzatti afirma que “todos los hospitales y centros médicos del país están preparados para seguir recibiendo pacientes siguiendo estrictos protocolos tendientes a minimizar el riesgo de contagio y propagación del virus, incluso existen centros específicos para los casos sospechosos de Covid-19. Sin embargo, la gente prefiere quedarse en su casa y, en muchos casos, acude a la consulta cuando el cuadro del infarto ya está muy avanzado”.
“En líneas generales, vemos una reducción de las consultas por infarto del orden del 60 por ciento, lo que significa que 6 de cada 10 personas cursan el infarto en la casa, lo cual es muy peligroso ya que 1 de cada 2 individuos con infarto no tratado fallece; incluso quienes sobreviven al infarto, muy probablemente, en el futuro tengan complicaciones como insuficiencia cardíaca o arritmias y una mala calidad de vida”, completó el Dr. Grinfeld.
Esta situación no solo se presenta en nuestro país, es un problema global: en Estados Unidos, se observó una disminución del 38% en las activaciones de las salas de hemodinamia para pacientes con infarto agudo de miocardio con elevación del segmento ST (IAMST), que es cuando se produce una isquemia prolongada con alto riesgo de muerte. Un trabajo reciente realizado sobre la región de Lombardía (Italia) evidenció un aumento del 58% de paros cardíacos fuera del hospital durante el período de cuarentena y España reportó una disminución del 40% de angioplastias coronarias por infarto desde el inicio de la pandemia[6].
Paralelamente, un sondeo en los Estados Unidos mostró que casi 1 de cada 3 personas (29%) retrasó o evitó acudir al médico por miedo al contagio, el 74% de los encuestados estaba preocupado por el tiempo de espera y la sobrepoblación en el hospital y 6 de cada 10 (59%) tenían miedo de que no los atendieran.
“Otro aspecto que nos interesa destacar es la importancia de la adherencia a los tratamientos médicos que muchos pacientes ya tienen indicados; deben seguir tomando sus medicaciones y respetando al máximo posible las conductas alimenticias y de actividad física que su médico les haya recomendado”, insistió el Dr. Navarro Estrada.
Entre los síntomas que sin lugar a dudas ameritan la consulta urgente con el sistema de salud, los especialistas destacan dolor en el pecho, en el brazo, en la mandíbula, falta de aire repentina, desmayos y otros síntomas propios del ACV o de trastornos neurológicos como confusión y problemas para hablar o comprender, dificultad visual, dolor de cabeza intenso sin causa conocida y entumecimiento o debilidad en la cara, un brazo o una pierna, especialmente en un solo lado del cuerpo.
Resultados de la ‘Encuesta Nacional de Infarto Agudo de Miocardio con Elevación ST en la República Argentina’ (ARGEN-IAM-ST) muestran que la mortalidad por infarto en personas internadas que recibieron tratamiento es del 8.8%, valor que se triplica en mayores de 75 años.