Son una de las consultas dermatológicas más frecuentes y también una de las causas más comunes de malestar estético. Sin embargo, no son solo un problema de imagen: muchas veces son el reflejo de desequilibrios internos, daño acumulado o procesos inflamatorios crónicos.

Por Dra. María Fernanda Lasa (MN 82066) dermatóloga asesora de mesoestetic®
Las manchas cutáneas son una de las consultas dermatológicas más frecuentes y también una de las causas más comunes de malestar estético. Sin embargo, no son solo un problema de imagen: muchas veces son el reflejo de desequilibrios internos, daño acumulado o procesos inflamatorios crónicos.
¿Qué son y por qué aparecen?
Las manchas en la piel son alteraciones en la pigmentación que pueden deberse a un aumento (hiperpigmentación) o disminución (hipopigmentación) de melanina. Si bien muchas veces no representan una enfermedad en sí mismas, pueden indicar desde exposición solar excesiva hasta alteraciones hormonales, efectos secundarios de medicamentos, lesiones previas mal cicatrizadas o incluso patologías sistémicas.
Entre las causas más frecuentes se encuentran:
Radiación solar acumulada sin protección.
Cambios hormonales (embarazo, menopausia, anticonceptivos).
Inflamaciones o lesiones previas (acné, quemaduras, depilación).
Envejecimiento cutáneo.
Uso de cosméticos fotosensibilizantes o automedicación.
Factores emocionales como el estrés.
Una cuestión médica, no solo estética
Las manchas suelen tratarse como una preocupación estética, pero en realidad son una manifestación clínica. La piel es el órgano más extenso del cuerpo, y como tal, refleja estados internos, desequilibrios hormonales, inflamación o daños acumulativos. Atenderlas, entonces, no es una frivolidad: es parte del abordaje integral del bienestar.
¿Cuáles son los tipos de manchas más frecuentes?
Melasma: manchas marrones, difusas, generalmente en mejillas, frente o labio superior.
Léntigos solares: causadas por el sol, aparecen como pequeñas manchas marrones en rostro, escote o manos.
Hiperpigmentación postinflamatoria: secuelas de lesiones o procedimientos.
Manchas inducidas por medicamentos o enfermedades sistémicas.
¿Son peligrosas?
No todas las manchas son peligrosas, pero algunas pueden ocultar patologías serias. Por eso es fundamental el diagnóstico profesional. El melanoma, por ejemplo, puede comenzar como una mancha oscura, y un diagnóstico temprano puede ser clave para salvar la vida.
Se recomienda prestar atención si:
-La mancha cambia de forma, color o tamaño.
-Tiene bordes irregulares o varios colores.
-Sangra, pica o no cicatriza.
-Aparece en zonas nuevas, especialmente en adultos mayores.
¿Por qué es clave el control médico?
El seguimiento dermatológico permite distinguir entre una alteración pigmentaria estética y una lesión que requiere tratamiento específico o vigilancia oncológica. Además, garantiza que los tratamientos sean personalizados, eficaces y seguros.
¿Con qué frecuencia se recomienda consultar al dermatólogo?
-Una vez al año como chequeo general.
-Cada 6 meses si se tienen antecedentes familiares, lunares atípicos o tratamientos en curso.
-De inmediato si se observa una mancha nueva, cambiante o sintomática.
¿Qué podemos hacer desde casa?
Usar protección solar todo el año (FPS 50+, reaplicado cada 2 o 3 horas).
Evitar la exposición en horarios críticos (10 a 16 h).
Llevar una rutina de cuidado adecuada, con activos despigmentantes, antioxidantes y reparadores, siempre bajo indicación médica.
Observar la piel con regularidad, frente al espejo o con ayuda de terceros.
Evitar tocar o manipular lesiones.
Cuidar el estrés, el descanso y la alimentación, factores que también influyen en la salud cutánea.
Tratamientos disponibles
La medicina estética ofrece herramientas eficaces para tratar manchas sin dañar la piel:
Protocolos médicos despigmentantes, como Cosmelan®.
Peelings químicos personalizados.
Tecnología lumínica y láser.
Tratamientos de mantenimiento domiciliario, para prolongar los resultados y prevenir recurrencias.
La salud de la piel también se ve
Siempre vale la pena recordar que cuidar la piel no es una preocupación frívola, sino una forma concreta de cuidar la salud. Las manchas no siempre son graves, pero nunca son insignificantes. Aprender a observarlas, tratarlas y prevenirlas es una forma de habitar mejor nuestro cuerpo. Porque cuando hablamos de manchas, hablamos de salud. Y cuando cuidamos la piel, cuidamos también todo lo que está debajo.