Medicina genética: una revolución en marcha para prevenir enfermedades

La genética cobró un protagonismo creciente en la medicina. Actualmente, interviene en múltiples áreas de la salud y tiene diversas aplicaciones, tanto diagnósticas como terapéuticas. “Existe un cambio de paradigma y, en ese contexto, ocupa un lugar de privilegio entre las disciplinas que abordan la medicina con criterios preventivos. Es también una especialidad predictiva”, coinciden los especialistas.

“La genética médica es hoy una especialidad transversal y asistencial, porque se vincula con prácticamente todas las demás especialidades y se recurre a ella en todas las etapas de la vida, desde la preconcepción en adelante”, afirmó la Dra. Laura García de Rosa (MN 124373), médica genetista de Dasa Genómica/ Dasa Argentina, del Hospital Italiano y el Sanatorio La Trinidad de Palermo.

Y agregó: “La unidad de análisis de la genética no es el individuo aislado, sino la familia. En este sentido, mediante distintos tests, estudios y exámenes, puede determinarse el riesgo frente a determinadas condiciones o enfermedades, así como la posibilidad de prevenir la aparición de factores desencadenantes de esas patologías. Sin embargo, siempre hay que tener presente que la predisposición genética no es una sentencia”.

La experta sostuvo que la epigenética, por su parte, no implica cambios en la secuencia del ADN, sino en los mecanismos mediante los cuales ese ADN se expresa. Es el resultado de la interacción del ADN con ciertas proteínas que lo rodean, y que permiten que los genes se “prendan” (se expresen) o se “apaguen” (se silencien) según las condiciones del ambiente.

Se trata de una respuesta más rápida del genoma frente al entorno, ya que las mutaciones o variantes permanentes en el ADN, que se transmiten a generaciones futuras, son más estables y estáticas. Sabemos que la evolución lleva mucho tiempo. En cambio, este “prendido y apagado” de genes es un mecanismo más dinámico de adaptación.

Actualmente, la genética puede ser la primera explicación, aunque no necesariamente la última, para entender por qué una persona se enferma.

“Los grandes males, como el cáncer, la diabetes, las demencias o las enfermedades cardiovasculares, resultan de una interacción entre la predisposición genética y el ambiente En el otro extremo, existen enfermedades donde la genética tiene un rol predominante, como la hemofilia, el albinismo o la fibrosis quística. En estos casos, la alteración en genes específicos y su expresión es lo que produce la enfermedad”, enfatizó García de Rosa.

Estudiar e informar

En medicina preconcepcional, los estudios genéticos pueden indicarse en casos de consanguinidad (es decir, parentesco entre personas con algún ancestro en común próximo) o ante enfermedades genéticas familiares que podrían ser heredadas. Si una pareja ha tenido un hijo fallecido sin diagnóstico, la genética puede ayudar a determinar la causa y evitar nuevos desenlaces trágicos.

“Los abortos espontáneos son frecuentes en la especie humana, pero si una mujer ha tenido más de dos pérdidas recurrentes, se aconseja la consulta genética. También es recomendable en casos de infertilidad sin causa aparente, en ambos sexos, en insuficiencia ovárica prematura o si se detecta alguna anomalía durante una ecografía en un embarazo en curso”, señaló la especialista.

En recién nacidos y niños pequeños, los motivos de derivación incluyen discapacidad intelectual, malformaciones, anomalías congénitas, hipotonía (bajo tono muscular) o genitales ambiguos (en estos casos, la genética puede ayudar a determinar el sexo cromosómico). También puede aportar información valiosa ante dismorfias que sugieran un síndrome específico (por ejemplo, si un niño presenta rasgos faciales inusuales o no se parece a sus hermanos).

En niños mayores, la baja talla, los miembros cortos, el retraso puberal, la ausencia de menstruación (amenorrea primaria) y la ginecomastia en varones también son indicaciones para estudios genéticos. Los trastornos del espectro autista y los denominados “trastornos generalizados del desarrollo” también pueden beneficiarse del análisis genético, que permite ampliar la comprensión del cuadro.

Existen, además, enfermedades hereditarias cardiovasculares, neurológicas, nefrológicas, oftalmológicas y dermatológicas. En cuanto al cáncer, “el asesoramiento genético oncológico se ha transformado en los últimos años en una subespecialidad dentro de la genética”, comentó la experta.

Este tipo de asesoramiento se recomienda especialmente cuando un mismo tipo de cáncer se repite en una familia, aparece en personas jóvenes o en casos de tumores poco frecuentes. La enfermedad puede deberse a mutaciones específicas que hoy es posible identificar, lo que permite anticipar controles, prevenir su aparición y, en algunos casos, elegir tratamientos más efectivos.

Aun así, el origen de muchas enfermedades sigue siendo incierto. “La clasificación actual de las variantes que podrían explicar una enfermedad es desconocida en más del 50% de los casos. En ellos, las causas podrían estar relacionadas con complejas interacciones entre variantes poligénicas, factores epigenéticos y ambientales, lo cual hace que cada persona sea única y singular”, explica la Dra. Romina Flores (M.N.121848), médica genetista de Dasa Genómica/ Argentina y del Hospital Churruca Visca.

Desde el punto de vista genético, el origen de las anomalías congénitas se distribuye así: 7% génico, 6% cromosómico, 20% multifactorial y entre 6 y 8% teratogénico.
Las alteraciones cromosómicas surgen de anomalías estructurales del ADN, mientras que las génicas se deben a variantes o mutaciones puntuales y presentan un alto riesgo de recurrencia. Un ejemplo es el síndrome de Down, la patología genética más frecuente, causada por la triplicación del cromosoma 21.

En tanto, alteraciones génicas comunes incluyen la acondroplasia (antes denominada “enanismo”, término actualmente en desuso) y la neurofibromatosis (caracterizada por la presencia de manchas café con leche en la piel). Gran parte de las llamadas “enfermedades poco frecuentes” también son de origen génico, es decir, causadas por mutaciones puntuales en el ADN.

Según la sospecha clínica, para detectar anomalías cromosómicas se utilizan pruebas como el cariotipo, los estudios citogenéticos o los arrays. Para las anomalías génicas se emplean el exoma y los paneles genéticos.

También existen estudios preventivos que analizan variantes genéticas que pueden predisponer o proteger frente a ciertas condiciones poligénicas, causadas por la interacción de múltiples genes.

Aunque cada vez más especialidades solicitan estudios genéticos para diagnosticar, indicar tratamientos o hacer seguimiento, no todos los profesionales están capacitados para interpretar adecuadamente los resultados.

La consulta genética siempre implica la elaboración de un árbol genealógico familiar, que permite identificar antecedentes, factores de riesgo y patrones de herencia.
“Los estudios genómicos a veces generan altas expectativas entre pacientes y familias —advierten las especialistas—. Sin embargo, en más del 35% de los casos no se alcanza un diagnóstico definitivo, o existe un diagnóstico pero no hay tratamiento disponible. En ocasiones, pueden hallarse genes no relacionados con la enfermedad inicial, pero que requieren acciones médicas”.

Estos son los denominados ‘genes accionables’, como aquellos que predisponen fuertemente a ciertos cánceres o enfermedades cardíacas. En estos casos, la indicación es tomar medidas para prevenir o minimizar la enfermedad.

La literatura científica mantiene un listado actualizado de estos genes. Por ejemplo, en cáncer de mama, los genes BRCA1 y BRCA2 aumentan el riesgo, y si se detectan en varios miembros de una misma familia, se recomienda un seguimiento más riguroso”.

El gran desafío actual, coinciden las expertas, no está sólo en la genómica en sí, sino también en la epigenómica, la transcriptómica y la proteómica. Las grandes preguntas giran en torno a cómo se expresan los genes, es decir, cuál es el recorrido desde la información contenida en el ADN (genoma) hasta su manifestación fenotípica (la expresión visible). Un gen es la unidad mínima de ADN que contiene la información para sintetizar una proteína. Comprender el complejo proceso de replicación, transcripción y traducción de esa información es uno de los focos clave del desarrollo actual, que abrirá nuevos caminos y posibilidades para la medicina del futuro.

¿Genético o genómico? Una distinción clave

Aunque en ocasiones se usan como sinónimos, los términos genético y genómico hacen referencia a aspectos diferentes del estudio del ADN:

Genética: se enfoca en el estudio de genes individuales y sus funciones. Suele utilizarse cuando se identifica una alteración puntual en un gen específico. Por ejemplo, una “anomalía genética en el gen NF1” implica una mutación concreta con consecuencias clínicas definidas.

Genómica: analiza el genoma completo, es decir, el conjunto total de genes de una persona o especie. Se refiere a interacciones entre múltiples genes, bloques de genes o variantes estructurales más amplias. Por ejemplo, una “alteración genómica” puede incluir pérdidas o duplicaciones de varios genes, sin llegar a afectar un cromosoma completo.

En el contexto de las patologías, cuando se desconoce si la alteración afecta a un gen puntual, a varios genes o a un cromosoma entero, se habla de una condición de origen genético de manera general.

“it-consult"
Framintrol

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