Se creía que era un trastorno que afectaba sólo a niños, aunque estudios recientes en Inglaterra y Brasil revelan que el desorden también aparece después de los 18 años. Se trata de un cambio de paradigma en la compresión de esta problemática.
Cuando Jorge eligió estudiar derecho tenía 23 años y no podía estar más de 10 minutos frente a un libro. Cualquier ruido o pensamiento lo distraía. Dominar su mente era una lucha que siempre perdía y ganaba la desconcentración. Pensó que abogacía no era para él y cambió de carrera, pero el problema se repitió. Y decidió consultar a un especialista, quien acertó con el diagnóstico: trastorno por déficit de atención (TDA). Con terapia, meditación y fármacos, el actual abogado penalista, salió adelante.
Tal eran las distracciones de Jorge que nunca podía concretar sus objetivos. Tenía problemas de organización, siempre llegaba tarde a todos lados por calcular mal el tiempo. Impulsivo y explosivo no podía escuchar e interrumpía antes de que la otra persona cierre un concepto. Todos estos síntomas son parte de este trastorno que ya no sólo afecta a los niños.
En un artículo reciente publicado en la revista de la Asociación Médica Estadounidense (JAMA Psychiatry) se reveló que, según estudios en Brasil e Inglaterra, este trastorno también aparece después de los 18 años.
“El TDA es un déficit en mantener la atención voluntaria frente a actividades académicas, laborales y cotidianas asociada a la falta de control de impulsos”, explica Alberto Mauriño, director de Neurociencias San Isidro e investigador clínico del Instituto de Neurología Cognitiva (Ineco).
El síntoma principal –amplió el especialista- es la inatención con fallas en la organización y planificación de tareas, “todo esto lleva a trastornos de memoria, errores frecuentes, perder objetos, evitar tareas que necesiten esfuerzo mental y una tendencia a postergar las cosas para más adelante”.
Otro de los síntomas es la impulsividad. “Estas personas suelen estar en permanente actividad. No escuchan e interrumpen a las personas. No pueden permanecer sentados por mucho tiempo. Hablan demasiado y les cuesta esperar turnos”, describe Mauriño.
Y agrega que al paciente se lo debe evaluar en forma psiquiátrica y psicoterápica. En algunos casos son necesarios los fármacos y en otros no. “La meditación “mindfulness” y terapias basadas en las artes suelen ser efectivos como parte del tratamiento”, sostiene el neurólogo.
En ese sentido, Daniel López Rosetti, a cargo del Servicio de Medicina del Estrés del Hospital Central de San Isidro, opina que la meditación es útil en casos de TDA para lograr la reorganización del curso del pensamiento en este tipo de pacientes.
En cuanto a adultos mayores, Rosetti sostiene que también pueden pader TDA, aunque su diagnóstico es más difícil por la coexistencia con otras patologías como depresión , ansiedad y demencias. “Por estrés pueden tener problemas de concentración y memoria”, contó el especialista en estrés.
En el 70% de los pacientes con este trastorno también hay ansiedad, depresión, entre otras patologías. Entre los TDA más famosos están los casos del actor Jim Carrey y la modelo Paris Hilton.
En el trabajo publicado en la revista JAMA Psychiatry, investigadores de King´s College (Londres) identificaron que un 67,5% de 166 pacientes tenían TDA, que curiosamente no se había desarrollado en la infancia. Similares resultados arrojó la investigación del Hospital de Clínicas de Porto Alegre, donde luego de analizar a 5.249 personas (nacidas en 1993) se encontraron con que un 85 % de mayores de 18 años tenían TDA.
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