Cuando las palabras no salen, el cuerpo habla

El duelo por la muerte de un ser querido suele desatar síntomas en el cuerpo con dolores que tienen su origen en las emociones. Por eso, no debe ser tratado con medicamentos como si fuera una enfermedad. Debiera ser un proceso normal, fisiológico. El hablar de dicha pérdida ayuda a que el proceso de elaboración del duelo se facilite y se cumpla.

duelo

 

Por la Dra. Judith Estremero

Es habitual que el médico sea consultado durante el proceso de duelo por la muerte de un ser querido. En ese sentido debemos reconocer que ocupamos un lugar de privilegio para ayudar a nuestros pacientes a relacionar que muchas veces los dolores del cuerpo responden a dolores emocionales muy importantes.

El poder pensar y reconocer la tristeza, el dolor, la bronca, la culpa, el alivio o sentimientos que aparecen en la etapa del duelo produce tranquilidad que a veces se traduce en cansancios y cefaleas que hasta ese momento eran de origen aparentemente desconocido.

Resulta frecuente consultar al médico por síntomas como aumento o disminución de apetito, desgano, cansancio, mareos, problemas con el sueño, cefaleas, irritabilidad, entre otros. Y que estos malestares expresen algún tipo de sufrimiento emocional que incluso el paciente no tiene muy claro que lo padece o que al menos dichas molestias o dolores pueden estar relacionados a un dolor emocional o a un ”dolor del alma”.

El duelo por la muerte de un ser querido es un clásico ejemplo. En esta situación el aparato psíquico debe realizar un trabajo que es poder aceptar y luego elaborar o procesar esa pérdida.

Este proceso llamado duelo generalmente dura de uno a dos años según el vínculo que se mantuvo con la persona fallecida. Diferente es el caso de los duelos especiales (muerte de un hijo o desaparecidos) en los cuales el tiempo no es claro.

Si hacemos una analogía con una quemadura de la piel, se sabe que el cuerpo posee los mecanismos de reparación para sanarla, nuestra función sería estar atentos a que la herida no se infecte y que la piel se repare. En el caso del duelo, el psiquismo debería tener los mecanismos para procesarlo, nuestra función es ver que se realice el proceso y que no se detenga y termine en un duelo patológico.

Por eso, no hay que medicalizar el duelo, es decir, no debe ser tratado con medicamentos como si fuera una enfermedad. En realidad si los síntomas que aparecen son muy marcados se tratan los síntomas, pero no el duelo, porque debiera ser un proceso normal, fisiológico. El hablar de dicha pérdida ayuda a que dicho proceso de elaboración se facilite y finalmente se cumpla.

Esto sería, aceptar la pérdida, trabajar las emociones, adaptarse a un medio donde el fallecido está ausente y que la energía que el fallecido “tenía colocada” como por ejemplo, tenerlo muy presente con sentimientos parecidos a los del primer tiempo, vuelva a la persona que quedó, es decir recolocarlo y poder seguir viviendo.

En épocas de fiestas de fin de año es habitual que muchas familias deban prepararse para tener una silla vacía en las mesas, porque algunos de sus seres queridos ya no están junto a ellos.

Se trata de un momento en el cual pueden aparecer sensaciones de ansiedad, angustia, entre otros. Aparecen sensaciones desagradables cuando los duelos no se elaboraron completamente, ya sea porque ha sido una pérdida reciente o bien porque está suspendido o detenido el proceso de elaboración.

Las fechas aniversarios se suelen vivir como un “retroceso” en la elaboración. Con frecuencia la gente nota que está más sensibilizada, que vuelve a extrañar mucho o que vuelve a una etapa que ya había quedado atrás. En realidad el proceso es como un espiral, donde a veces se está arriba y otras abajo pero siempre se avanza y nunca se vuelve hacia atrás.

Estos momentos de “retroceso” no lo son, sino que son fechas que vuelven a marcar la falta de la persona fallecida y nos vuelven a reconectar con dicha pérdida. Lo habitual es que tanto la intensidad como la duración sean menores a la de los primeros tiempos.

 

Acerca del Servicio de Medicina Familiar del Hospital Italiano:

Creemos en un modelo de medicina que atiende personas, seres complejos que tienen amalgamado el cuerpo con su psiquis y donde el sufrimiento se expresa en los planos que cada uno puede hacerlo.

Con ese objetivo ideamos una herramienta llamada FOCO (Familia, Orientación y Contexto) a través de la cual invitamos a los pacientes que creemos que puede servirles, a pedirse uno o dos turnos seguidos para hablar y poder poner en palabras las sensaciones y sentimientos que van apareciendo, que en el caso de un duelo, se expresan muchas veces en el cuerpo cuando a éstos no se los reconoce como tales.

A partir de preguntas abiertas intentamos pensar junto con ellos y descubrir causas y estrategias. Los temas que se abordan en el espacio FOCO son múltiples, pero siempre conocer más en profundidad a las personas que atendemos y su contexto es uno de los objetivos que perseguimos.

Este espacio de FOCO es un lugar donde los médicos trabajamos junto a nuestros pacientes , a veces reconociendo y reasegurando que esto que sucede es esperable para la situación vivida, otras, relacionando que esto que se siente es consecuencia de un proceso que aún no concluyó.

 

Por la Dra. Judith Estremero para Noticias de Salud

Médica de Planta del Servicio de Medicina Familar y Comunitaria
Hospital Italiano de Buenos Aires
Equipo PROFAM

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